
El corazĂłn siempre quiere lo que no puede tener...
Deber, honor y sacrificio. Dedicar mi vida a estos elementos, por la familia y el paĂs, me deja poco a cambio. Es por eso que me permito tener una relaciĂłn sin compromiso con un apuesto extraño apenas unos dĂas antes de partir al otro lado del mundo. Excepto que una noche se convierte en una aventura de una semana, creando una conexiĂłn en el momento mĂĄs inoportuno. Y ninguno de los dos quiere que esto termine. Mantenerse en contacto es fĂĄcil al principio, pero a medida que pasa el tiempo, todo se reduce a falta de comunicaciĂłn y recuerdos lejanos. No esperaba que reapareciera en mi vida meses despuĂ©s, ahora perteneciendo a otra persona. DeberĂa ser suficiente para que ambos nos alejemos. Para reprimir este deseo implacable y doloroso. Pero no lo hacemos... No podemos. Porque el corazĂłn siempre quiere lo que no puede tener.