Hay un momento en la vida de cada hombre cuando siente su caĂda. Lo ve precipitĂĄndose directamente hacia Ă©l como un maldito torpedo. Tal vez sea una mala apuesta de pĂłker, un giro equivocado en un vecindario terrible o una lĂnea de coca demasiado larga.
La mĂa es pelirroja.
Necesitaba un asistente de mago y esta dulce y pequeña cosa entrĂł por la puerta. Pero no soy un mago. Necesito a mi pelirroja para propĂłsitos mucho mĂĄs nefastos. Imagina mi sorpresa cuando viene de buena gana, necesitando un protector. Y soy el Ășnico hombre para el trabajo, porque matarĂ© para mantenerla a salvo... y en mi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario