El acero no es lo Ășnico que es duro.
MADDIE
Deacon era mayor que yo, pero lo querĂa a pesar de todo.
TenĂa este borde salvaje, esta aura primitiva que lo rodeaba y que me hacĂa sentir totalmente femenina.
Era el epĂtome de un hombre... un hombre de verdad.
Incluso su profesiĂłn era masculina: un herrero.
No tenĂa ninguna duda de que sabĂa cĂłmo trabajar sus manos sobre una mujer, cĂłmo usarlas para hacerla sentir sus lados suaves y duros.
Lo que yo querĂa era que Ă©l fuera mi primero... mi Ășnico.
DEACON
PensĂł que no la vi mirĂĄndome, que no sabĂa que me querĂa.
Lo sabĂa, y la querĂa con una fiereza que rivalizaba con cualquier otra cosa.
Lo que Maddie no sabĂa era que yo ya la habĂa reclamado.
No habĂa otra mujer para mĂ mĂĄs que ella.
Era un bastardo posesivo, territorial cuando se trataba de ella.
HabĂa llegado el momento de hacerla mĂa. Le mostrarĂa lo primitivo que era, lo duro que me gustaba, lo mucho que querĂa hacerla gritar mi nombre.
Le mostrarĂa cĂłmo un hombre cuidaba de su mujer de todas las maneras que contaban.
Ella serĂa mĂa.
Solo mĂa.
Advertencia: ¿Te gustan tus hĂ©roes con un toque de cavernĂcola? No busque mĂĄs porque Deacon lo tiene todo. Es todo un hombre, y algo mĂĄs. AgĂĄrrense fuerte porque esta historia tiene un golpe, es totalmente increĂble, y por supuesto, tiene insta-todo.
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