No mires. No toques.
Esas eran las reglas.
Me tomĂł un instante enamorarme de la hermana menor de mi mejor amigo.
Un instante en el que supe que nunca podrĂa demostrarlo.
Asà que rompà su corazón y la dejé para ir a la guerra.
Se suponĂa que no debĂa regresar al desastre que ahora es mi vida.
Ahora mi Sunny ha crecido. Ahora es toda una mujer.
Tiene ojos como el fuego lĂquido, curvas que suplican por mis manos y una boca hambrienta de la mĂa.
No deberĂa mirar. No deberĂa tocar.
Pero las reglas no son rival para un beso ardiente e imprudente.
Y esta vez, no me alejare.
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