DespuĂ©s de un brunch con mis mejores amigas, suelo pasar el 14 de febrero viendo pelĂculas de terror porque el DĂa de San ValentĂn no es una verdadera fiesta. Es un esquema corporativo que fue diseñado para monetizar el romance falso. Es una estafa capitalista para sacar provecho del amor performativo. Este año, aceptĂ© ser la cita de Emmanuel en la boda de su primo porque somos amigos y Ă©l me necesitaba. Pero asistir a una boda durante el dĂa de San ValentĂn ocupaba un lugar destacado en la lista de cosas que no querĂa hacer.
Ăl no era mi ValentĂn.
Ăl era mi anti-ValentĂn.
Y resultĂł que un anti-ValentĂn era exactamente lo que necesitaba.
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