El nombre en la pantalla era "Absinthe".
Pero la conocĂa como la voz sensual que me llenaba el telĂ©fono con charlas nocturnas sobre Proust y Hemingway intercaladas entre los mĂĄs sucios... intercambios mutuamente satisfactorios... que habĂa experimentado en mi vida.
Nunca nos habĂamos conocido.
Hasta el dĂa que entrĂł en mi oficina, con sus labios de cereza alrededor de una maldita manzana de caramelo y una voz demasiado familiar que decĂa—: ¿QuerĂa verme, director Hawthorne?
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