Todo comenzĂł con una selfi sexy.
Enviada al nĂșmero equivocado.
Uups.
No es mi mejor momento, pero no tengo nada de qué avergonzarme.
Ella pensĂł que no era mejor, y cito, que los imbĂ©ciles arrastrados con los que nunca volverĂa a salir.
Fue un desafĂo estĂșpido de una chica que conocĂ en lĂnea, pero dado que me habĂa dado un nĂșmero falso, no me sentĂ mal porque mis intereses se centraran repentinamente en otra parte: en la ardiente y mordaz Peyton, con la que me encontrĂ© peleando por mensajes durante el resto de la noche.
Al dĂa siguiente, mi caso de identidad equivocada volviĂł para morderme el plĂĄtano.
Cuando entrĂ© a la oficina, y me presentaron a Peyton como la clienta nueva que tenĂa que conquistar. La Peyton, en caso de que no estĂ© claro.
Y digamos que tuvo toda mi atenciĂłn.
¿Cerebro? Comprobado.
¿Belleza? Oh, sĂ.
¿Y la mejor parte? Me odiĂł al verme.
Querido Dios, me encanta un desafĂo.
Que empiecen los juegos.
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