CUPIDO CORRUPTO

em viernes, 10 de marzo de 2023

 






Hace quince años


MĂ­-ra-me.


Era inĂștil tratar de ordenarle con mi mente. No Ă©ramos telĂ©patas, pero no podĂ­a gritarle las palabras al otro lado de la sala del tribunal. TenĂ­an reglas aquĂ­ sobre la conducta y no intimidar al testigo. Sus labios se movieron, pero sus palabras no me interesaron, asĂ­ que no les prestĂ© atenciĂłn. Ya sabĂ­a todo lo que la vĂ­ctima estaba contando para beneficio del jurado. De cĂłmo yo era un hombre malvado que lo habĂ­a secuestrado y mantenido como rehĂ©n durante nueve meses.


Nueve meses de tortura que lo habĂ­an dejado destrozado y sin saber quĂ© era real y quĂ© falso. Las lĂĄgrimas resbalaron por sus pĂĄlidas mejillas y traguĂ© saliva. La parte delantera de mis pantalones se apretĂł. Su abogado podrĂ­a haberlo entrenado para que no ocultara sus emociones al jurado, pero su rostro hĂșmedo me puso duro. Me recordĂł la primera vez que lo tomĂ© crudo, su cuerpo joven y virgen temblando debajo de mĂ­. EmpujĂł mi pecho mientras me abrĂ­a paso hasta la empuñadura dentro de Ă©l, pero tan pronto como me apartĂ©, agarrĂł mis caderas y me rogĂł que no me fuera.


Hasta el dĂ­a de hoy, todavĂ­a no lo entiendo, el deseo que sentĂ­ por este hombre cuando ningĂșn otro me habĂ­a puesto duro. Sin embargo, aquĂ­ en la corte, siendo juzgado por las cosas que le habĂ­a hecho, no pude detener el calor que brotĂł de mis entrañas y fluyĂł hacia mi polla. QuerĂ­a follarlo justo en frente del juez, salpicar su cuerpo con mi semen y marcarlo como mĂ­o.


¿Pensaron que encerrarme cambiarĂ­a eso? Ya lo habĂ­a hecho mĂ­o.











Sebastian


La sangre se acumulaba alrededor de mis zapatillas desatadas. El potente olor a hierro era un puño alrededor de mi garganta, presionando y apretando y taponando hasta que me atraganté con su densidad. Busqué oxígeno como si fuera algo que pudiera capturar dentro de mi puño y perforar mi pecho.


Un grito se formó en lo bajo de mis entrañas, salvaje y feroz, y cuando finalmente estalló en mis labios, su fuerza fue suficiente para detener el tiempo.


Me perdí en su eco, los huesos temblando y el corazón inmóvil. Mis rótulas se balancearon ferozmente debajo de los jeans que usaba, y me derrumbé contra el pavimento. Mis palmas encontraron agarre en un charco de su sangre, y vi el espeso líquido correr por mis muñecas y gotear por mis antebrazos.


La vista hizo que se me revolviera el estĂłmago, y sentĂ­ el ardor revelador del vĂłmito mientras vibraba violentamente en mi pecho y salĂ­a de mi garganta. Mi mano temblĂł cuando se disparĂł en el aire de la noche, los dedos me dolĂ­an mientras buscaban a alguien, cualquiera, a quien anclarme.
Foster


El Ășnico pilar que habĂ­a conocido.


Entrelacé mis dedos cålidos con los suyos fríos, levantando su mano sin vida hacia mi pecho. Presioné su palma contra mi corazón como si la fuerza inestable fuera suficiente para hacer que latiera de nuevo.


Su brazo permaneció inerte en mi agarre, sus venas prominentes y azules a medida que se acercaban a la superficie de su piel sombríamente pintada. La sangre fluía de ambas fosas nasales, sobre la curva de sus labios y bajaba por la pendiente de su barbilla. El verde de sus ojos se había desvanecido junto con su alma, y miré fijamente en su oscuridad desconocida, mi conciencia les gritaba que se iluminaran de nuevo.


Cada una de sus piernas estaba torcida, doblada en ĂĄngulos antinaturales, y poseĂ­ este repentino y doloroso impulso de enderezarlas, de volver a armarlo. Su mano derecha estaba congelada en un puño apretado a su costado, ahogĂĄndose en las ondas de su propia sangre. El cabello que alguna vez fue rubio ahora estaba teñido de rojo con lo Ășltimo de la sangre que fluĂ­a de Ă©l.


El sudor corría por mi cuello tan råpido como las lågrimas manchaban mis mejillas, y sentí que mi corazón saltaba en mi pecho cuando colapsé contra su cuerpo y tomé su sangre en mis palmas. Mis movimientos eran frenéticos, y el aliento salió de mi pecho en exhalaciones desiguales mientras trataba desesperadamente de empujar su sangre hacia la herida que atravesaba su cabeza.


Tic. Tac.


Tic. Tac.


Tic. Tac.






3







Me dejĂł.


Alec Sanborne me abandonĂł cuando no era mĂĄs que un adolescente asustado. Me abandonĂł en una casa con un monstruo. Ahora, se pasea por la Universidad de Nueva York como profesor, fingiendo que es normal.


Pero mi hermanastro estå lejos de ser normal. Conozco todos sus pequeños y sucios secretos, los que trata de ocultar tan cuidadosamente. Planeo exponerlo, despojarlo de todo lo que ama hasta que no tenga nada mås que a mí.


Una mirada y puedo ver el amor y el deseo en sus ojos. Dice que no quiere tener nada que ver conmigo, que no puedo estar en su clase. Pero, ¿cĂłmo podrĂ­a abandonar al hombre con el que he fantaseado todos estos años?


Alec Sanborne es mĂ­o. Mi sangriento San Valentin.

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