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Estrella de fĂștbol americano. Padre soltero. Y una vez, hace mucho tiempo, mĂo.
PasĂ© la mayor parte de una dĂ©cada olvidĂĄndome de Ford Ellis. Si se hubiera mantenido alejado de Montana, podrĂa haber borrado para siempre el recuerdo de sus llamativos ojos azules y de su ĂĄspera sonrisa. Evitarlo era fĂĄcil cuando el Ășnico lugar donde veĂa su rostro era en ESPN, y un control remoto podĂa solucionar ese problema.
Excepto que mi superior acaba de contratar a Ford como el nuevo entrenador en jefe de los Treasure State Wildcats. No solo estaré atrapada viéndolo al margen esta temporada, sino que evitarlo serå imposible ahora que estaremos trabajando juntos.
Tal vez no me olvidĂ© de Ford. Tal vez todavĂa sueño con lo que podrĂamos haber sido. Tal vez Ă©l tampoco me olvidĂł.
Excepto que quizĂĄs no cambie el hecho de que nunca debimos ser. Tal vez fue mĂo una vez. Pero a partir de hoy, la Ășnica forma en que llamarĂ© a Ford Ellis serĂĄ entrenador.
Blitz
Un entrenador. Una estudiante. Las reglas eran claras. Las rompimos de todos modos.
La noche que conocĂ a Toren Greely fue la noche que aprendĂ a mentir. Era entrenador de fĂștbol de la Treasure State. Yo era la estrella del equipo de voleibol. Los entrenadores y las estudiantes estaban prohibidos. Mi futuro estaba en juego, asĂ que me dije que solo serĂa una noche.
Fue la primera mentira. DespuĂ©s de eso, se volvieron mĂĄs fĂĄciles de decir. Las lĂneas se desdibujaron. Los lĂmites cambiaron. Nuestra relaciĂłn se convirtiĂł en un juego en sĂ mismo.
Una casta sonrisa. Una mirada cĂłmplice. Un toque velado o un callado beso. Nos escondimos a plena vista. Ăramos invencibles. O eso pensĂĄbamos. Ninguno vio venir el bombardeo hasta que fue demasiado tarde.
03. Rally
Embarazada. Sin casa. Sin dinero. No era lo que esperaba para mi Ășltimo año en la universidad. Tampoco a Rush Ramsey.
Nos conocimos el dĂa que fui a acampar y me quedĂ© varada al costado de un camino de grava. No creĂa en los caballeros blancos que liberaban a las damiselas en apuros. La vida me habĂa enseñado que si algo malo podĂa pasar, probablemente pasarĂa. La Ășnica persona que me salvarĂa serĂa yo.
Pero Rush Ramsey me rescatĂł ese dĂa. Fue dulce, amable y encantador. Hizo que una noche oscura y estrellada fuera un poco menos solitaria.
DeberĂa haberme dado cuenta de que era demasiado bueno para ser verdad. Que una increĂble noche de pasiĂłn tendrĂa consecuencias. Que la montaña rusa de la mala suerte en la que habĂa estado viajando durante veintiĂșn años no estaba lista para detenerse.
Porque Rush Ramsey, el soltero mĂĄs codiciado de la Universidad Treasure State y un extraordinario mariscal de campo, me acaba de embarazar.
El mundo ama a Maverick Houston. ÂżYo? Lo odio desde que tenĂamos diez años.
No es fĂĄcil escapar de tu nĂ©mesis de la infancia cuando tus padres son mejores amigos y viven en la misma cuadra. A lo largo de incontables vacaciones, fiestas y dĂas festivos, Maverick y yo hemos pasado la Ășltima dĂ©cada intercambiando insultos.
Hasta aquella cena familiar en la que su madre nos dice que se estĂĄ muriendo. Cuando nos pide que olvidemos el pasado y empecemos de cero. AsĂ fue como terminĂ© en una cita con la estrella de fĂștbol americano de los Treasure State Wildcats. El playboy del campus. El chico al que besĂ© a los tres años. El hombre que es la pesadilla de mi existencia.
Es arrogante. Es directo. Es demasiado guapo para su propio bien. Pero si tiene un solo mĂ©rito redentor, es que sin duda ama a su madre. Y por eso empecĂ© a fingir que salĂa con Maverick Houston. Por eso le hice una propuesta. AsĂ fue como esta farsa de relaciĂłn arruinĂł mi vida.
El mundo ama a Maverick Houston. ¿Yo? Odio que él me hiciera amarlo también.
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