Lo encontré cuando era un niño.
Ensangrentado. Destrozado. Casi muerto.
Si hubiera sido un Alfa misericordioso, le habría roto el cuello y acabado con él en ese mismo momento.
Pero no lo hice.
Algo en sus grandes ojos marrones tiró de las cuerdas de mi corazón.
Me lo quedé. Lo curé. Lo crié para que fuera feroz, leal y valiente.
Ahora que es adulto, todo está cambiando.
Ya no es el niño blando y asustado que una vez creí que era.
No, hay una ira incontrolable dentro de él.
Un odio lleno de rabia que no entiendo.
Cuando una peligrosa manada empieza a atormentarnos y a destruir nuestro hogar, siento que se aparta de mí mientras busca justicia.
Está sediento de venganza, aunque eso signifique abandonar nuestra manada e irse solo.
Pero, como su alfa, no lo dejaré ir sin luchar.
Cada vez que me empuja, lo traigo de vuelta a mí.
Lo mantendré encerrado en mis brazos o inmovilizado debajo de mí para siempre si eso es lo que se necesita para mantenerlo.
Un cambio de moral ha comenzado.
Uno que no entiendo, pero al que ciertamente no me resisto.
Soy el lobo más poderoso de la Isla Beacon. No tengo debilidades.
Hasta ahora.
Este joven salvaje y temerario lo cambió todo cuando me robó el corazón.
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