No solo rompió sus promesas, también su corazón.
Cuando Leah Kempler conoce a Charlie Nelson en el supermercado, la conexión entre ambos es inmediata. A pesar de que él es muy cariñoso, detallista e increíblemente atractivo, hay algunas peculiaridades que no le gustan a Leah: es mayor que ella, pero aún vive con sus padres; se va de fiesta con sus amigos y desaparece durante días; duerme mucho y siempre parece estar distraído.
Cuando Leah lo confronta, Charlie le confiesa ser un adicto a la heroína en recuperación, pero no quiere perderla y para ello le promete mantenerse limpio y nunca más volver a consumir. Él parece cumplir su promesa, sigue siendo el chico divertido y ocurrente con quien ella se siente muy bien, hasta que su familia y amigos hacen que se dé cuenta de que ella es la única que ve como normal el comportamiento errático de su novio, que vive justificándolo frente a los demás y que eso la ha orillado a aislarse cada vez más.
A pesar de las advertencias, Leah no puede evitar pensar que están destinados a estar juntos, y esa ilusión le impide ver la espiral de autodestrucción que, de no alejarse, terminará arrastrándola.
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