Caspien Deveraux era veneno.
Me llevĂł años darme cuenta de que Ă©l no habĂa nacido asĂ. HabĂa sido criado y educado por una mano cuidadosa y un corazĂłn amargado.
Cuando lo conocĂ, era un brote, uno que estaba a punto de florecer de forma hermosa y mortal, un brote que deberĂa haber arrancado de raĂz.
Lo odiaba. Lo amaba. Y hasta que lo conocĂ, no sabĂa hasta quĂ© punto podĂan coexistir ambas emociones al mismo tiempo.
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