La libertad estaba tan cerca que podía saborearla... hasta que mi jefe resultó ser un extraterrestre del otro lado de la galaxia.
Y no cualquier extraterrestre. Sino Krampus.
Sí, ese Krampus.
Cuernos, pelo, garras, todo lo necesario.
Es una leyenda imponente y aterradora, y ahora se está quedando en mi casa, exigiendo chocolate caliente y llamándome su "magnífica compañera".
¿Mencioné a los asesinos Grolgath que nos persiguen? ¿O a los villancicos que esquivan por poco su rayo de la muerte? Es como si el taller de Papá Noel chocara con una invasión alienígena.
De alguna manera, este monstruo salvaje y de otro mundo cree que estamos destinados a estar juntos.
Y cada vez que retumba "magnífica" con esa voz grave, mi corazón (y mi cuerpo) comienzan a creerle.
Pero sobrevivir las fiestas con Krampus significa mantener a mi hija a salvo, esquivar a los cazarrecompensas galácticos y descubrir cómo convivir con un extraterrestre de dos metros decidido a convertirme en su reina.
Feliz Navidad para mí.
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