¿Quién habría pensado que un sucio deseo navideño tendría como resultado que un Santa moreno y obsceno bajara por mi chimenea y me diera exactamente lo que deseaba?
Me dio todo lo que quería, hasta el collar de perlas brillantes y el paseo salvaje y alocado hacia el Polo Norte, pero este sexy Santa tiene un oscuro secreto. Durante años me ha estado observando mientras duermo y sabe cuánto puedo soportar.
Siempre pensé que Santa se dedicaba a repartir alegría en Navidad, pero no podría haber estado más equivocada. Este Santa sucio prefiere repartir algo más, y mientras esté dispuesto a dar, yo estoy más que dispuesta a recibir.
Me lleva al límite, cumpliendo mis fantasías navideñas más salvajes, pero ¿cuánto tiempo puedo seguir así antes de romperme el corazón? ¿Debo desear que vuelva cada Navidad y pasar cada año añorando a un hombre que realmente no puedo tener, o es hora de finalmente dejarlo ir y verlo volar en su gran trineo rojo de una vez por todas?
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