Lara
Soy una vendedora incompetente. No podría venderle un vaso de agua a un hombre que se muere de sed en el desierto. Pero, por un extraño capricho del destino, un misterioso multimillonario ruso me ha pedido que lo represente personalmente en la compra de una propiedad valorada en más de cien millones de dólares.
Trabajo para mi padre en su agencia inmobiliaria. El negocio está pasando por dificultades económicas y está literalmente al borde de la quiebra, así que este es un acuerdo enorme para nosotros. Cerrar esta venta podría cambiarlo todo para la agencia, y mi padre cuenta con que no la arruine.
Tengo un nudo en el estómago que casi me da náuseas mientras me preparo para la cita. Me tiemblan las manos de aprensión.
Luego llega el ruso.
¡Dios mío! Creía que los multimillonarios debían parecerse a Warren Buffet y George Soros. Gordos, calvos, arrugados y poco atractivos.
Este tipo no se parece en nada a lo que imaginaba. Nada. Es como imaginé que luciría el diablo con traje. Moreno, alto, magnético, imponente y… insoportable. Sus fríos ojos azules me desnudan mientras floto por la magnífica casa y balbuceo como una idiota.
Sí, hago la venta... pero hay una trampa. Una trampa muy grande
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