No podrĂa haberlo roto.
Roto es lo que estaba.
Rota es lo que siempre estaré.
En sus ojos, contenĂa tanta desesperaciĂłn, que no pude mirar por mucho tiempo.
Su puño, que se apretó con tanta fuerza, como si estuviera encerrando el dolor.
Sus labios, que nunca pronunciaron una palabra, desde los años de angustia.
Y a pesar de todo, no podĂa alejarme de Ă©l.
Era como si se estuviera ahogando en un ocĂ©ano y querĂa agarrar su rostro y susurrarle a los labios: "No te olvides de respirar".
AsĂ fue como me enamorĂ© de un hombre. Un hombre que estaba tan enamorado que temĂa que me ahogara en el mismo ocĂ©ano en el que estaba perdido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario