
Pensé que estaba firmando con un novio multimillonario.
Resulta que me emparejaron con un señor de la guerra alienĂgena de dos metros de altura que cree que soy su compañera predestinada.
En un momento, estoy deambulando nerviosamente en un restaurante grasiento. Al siguiente, estoy en una nave espacial brillante con un extraterrestre gruñón llamado Rokkon, mĂĄs rico que nadie en la Tierra y demasiado interesado en mĂ.
Tiene una mansiĂłn, una misteriosa habitaciĂłn cerrada y una forma tan firme de decir mi nombre que me hace olvidar que alguna vez quise una vida normal.
Se suponĂa que vivirĂa con Ă©l seis meses.
Sin ataduras. Sin sentimientos. Solo un sueldo.
Pero ahora me envĂa rosas, lee mis pensamientos y me hace sentir como el centro de su universo.
Y empiezo a preguntarme si este contrato tenĂa ataduras despuĂ©s de todo...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario